Si empaquetar fue un ejercicio que te sublevó la glándula, poner precios "justos" a tu servicio requiere de una intervención con anestesia. Sin embargo, antes de que el miedo te paralice, te invito a revisar algunas ideas que pueden ayudarte a fijar precios con seguridad y coherencia.
¿Qué creencias están determinando el valor que asignas a tu trabajo?
Antes de definir cualquier número, revisemos qué pensamientos te atraviesan cuando piensas en cobrar por tu servicio.
¿Hablar de precios te hace sentir incómoda?
¿Te produce miedo de que te digan que tu servicio es caro?
¿Te da vergüenza hablar de precios?
El dinero es solo un intercambio de valor.
Si tu servicio realmente transforma, entonces fijar un precio acorde no es solo justo, es necesario. No estás cobrando por una hora de tu tiempo, sino por los años de aprendizaje, práctica y experiencia que permiten que esa hora tenga un impacto real en quien la recibe.
Este no es el espacio en el que van a resolverse tus dudas al respecto, aunque sería un placer acompañarte durante la mentoría a definir tus precios.
Me permito inicialmente, proponer algunos parámetros de referencia:
Independientemente de cuál sea la cifra (descontando el hecho de que depende de tu formación, experiencia y capacidad de obtener resultados), mi sugerencia es la siguiente:
Elegí el precio que puedas pronunciar en voz alta sin que te tiemble la voz, pero que también sea digno de tu tiempo, conocimiento y experiencia.
Por último, quisiera que tuvieras en cuenta que para vender servicios online es preferible que puedas presentar opciones. Lo ideal es ofrecer dos o tres opciones bien diferenciadas:
No todos van a conformarse con un ebook y algunos no querrán otra ayuda que la que pueden obtener de un curso digital.
Con los precios se reproduce la misma lógica.
Por eso, es beneficioso presentar dos o tres opciones que contemplen la variedad, estableciendo una diferencia constatable entre ellas y tomar en cuenta que más de tres puede ser confuso. Sí. Lo es.
Probablemente estés pensando qué diferencia ofrecer cuando el objetivo de las sesiones o el programa es el mismo en los tres casos.
La respuesta es simple: en una opción hay más de tu presencia y participación que en otra. Tu dedicación es un aspecto diferencial siempre.
En la venta de intangibles, tu ayuda individualizada implica una diferencia constatable.
Aún así, hablar de dinero, sigue siendo un tema incómodo. Quien te escucha, lo sabe.
Podrías estar compartiendo una gran experiencia en vivo con tu audiencia y cambiar todo tu lenguaje corporal, el tono e incluso el clima del momento al mencionar el valor de tu propuesta.
Por este motivo, la primera conversación sobre precios se desarrolla entre oreja y oreja.
Tu primer interlocutor es tu mente.
Superando la incomodidad de hablar de dinero.
Te propongo estas preguntas para desbloquear posibles resistencias:
¿Tu práctica matriz es transformadora? Entonces, naturalizar la venta es un acto de generosidad. No hacerlo sería como observar a alguien tendido en el piso luego de una caída y no ofrecerle tu mano para ayudarlo a levantarse.
Estás ofreciendo una posibilidad de acción sin forzar a nadie a tomarla.
Ponerle precio a tu trabajo es un acto de reconocimiento propio. Cuando lo haces con confianza y claridad, quienes te necesitan lo perciben y confían en tu propuesta.
Ahora, ¿qué número podrías decir hoy en voz alta sin que te tiemble la voz?
HOLA, SOY PAULA
Desde hace una década enseño online la única habilidad que no pierde vigencia en la economía digital. Este es el espacio de mi mentoría para psicológos, coaches, terapeutas y mentores que quieren expandir su influencia online.
storytelling@paulalesina.com
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